“Traición es una palabra que se usa fácil, excesivamente rápido y en demasiadas situaciones. Sos un traidor. Un traidor y punto. Artero, desleal e ingrato. Así que, andate. De ahora en más, vos y yo no tenemos de qué hablar. Sin embargo –y esto, por supuesto no se dice,- voy a dedicarme a pensar en vos. En lo que me hiciste. En cómo te creí. Vas a ser importante en mi vida”. (Fragmento - Ricardo Coler, Revista Lamujerdemivida Nº42).
Traiciones
Por: Alejo Santander
Por: Alejo Santander
El primer recuerdo que tengo de una traición me lleva directo al medio de un descampado en el barrio platense de Tolosa, a la canchita de tierra donde aprendí a jugar al fútbol y donde ese día el bizco Marrafini y yo, éramos los únicos que quedábamos por ser elegidos en el pan y queso para el picadito que estaba a punto de jugarse.
Los que elegían eran el gordo Pablo Villordo y Juan, en ese entonces mi mejor amigo. Además de ser vecinos éramos compañeros de banco, él elegía porque nadie dudaba que fuera el mejor futbolista que haya dado Tolosa y el gordo Villordo porque era más grande, también era mayor, pero elegía porque era más grande.
Acá en Argentina el fútbol no es un deporte más y eso no hace falta que yo lo diga, lo saben hasta los que no les gusta, los que no lo juegan y los que no lo entienden. Acá Maradona es Maradona porque era una síntesis viva de dos cosas, no sólo era el mejor jugando a la pelota, además era Argentino y se le notaba. En el partido contra Inglaterra en el 86 se juntaron los dos, el jugador y el argentino. El segundo gol, el del relato de Victor Hugo Morales, el del barrilete cósmico, el que desparrama a cinco ingleses histéricos que no pueden hacer nada, muestra al jugador. El primero, el de la mano de D10S, el del salto confuso, el del festejo apresurado, el de la “traición”, al Argentino. Porque eso sólo podía hacerlo un argentino.
Ni Cruyff, ni Platini, ni Beckenbauer hubieran hecho algo así en su vida, no se les ocurre, no se les pasa por la cabeza, no está en su sistema, no se puede, es imposible que no los vean, que no los descubran, y lo más importante, no vale. Para ellos Maradona es un traidor.
Pero tampoco ninguno de ellos le hubiera gritado en plena final del mundial 90, en Roma y frente al mundo entero, “Hija de Puta” a toda Italia, cuando los tanos silbaban el himno nacional, el himno de todos los que a 40 millones de kilómetros mirábamos el partido por la tele. Por eso Maradona es Maradona, por eso Messi no es Maradona, por eso nadie va a ser Maradona nunca más.
En gran parte también es por Maradona que acá el fútbol a nadie le pasa desapercibido. Y de eso yo ya empezaba a darme cuenta, allá lejos y hace tiempo, en el campito de Tolosa.
La cosa es que fueron siendo elegidos de a uno hasta que sólo quedamos en el medio de la cancha el bizco Marrafini y yo. Yo con la mirada clavada en Juan y el bizco en el piso o en la pelota, nunca quedaba claro. Juan daba vueltas, tardaba, le tocaba elegir y por alguna razón retrasaba la cosa, yo le seguía buscando los ojos pero no me miraba. La elección era simple, era yo, su mejor amigo, su comañero de banco, de aventuras o el bizco Marrafini. Tan claro estaba todo, tan fácil era; que me empecé a preocupar.
Todo niño varón que se jacte de haber tenido una infancia digna debió pasar por este tipo de selecciones, donde quedar de último no es mera circunstancia azarosa, es muchísimo más. Es dejar sentado frente a todos en el barrio que uno es el más choto a la pelota. No sos producto de la selección, sos producto del descarte y a los ocho años, por lo menos en Tolosa, La Plata, Argentina, lo peor que existe sobre la faz de la tierra.
Fue el golpe más duro que recibí por quel entonces junto con la muerte de Mufasa. El pibe con el que esa misma mañana me había atorado en la cocina de casa con medialunas y café con leche, acababa de traicionarme; acababa de elegir al bizco Marrafini. Si no quería hacerlo por convicción lo hubiera hecho por las medialunas el muy hijo de puta.
Ese acto simple en apariencia puso en jaque absolutamente todo en lo que creía por aquel entonces, porque no volví a confiar en nada, ni en nadie.
Descartes, un tipo con muchísimo tiempo libre se ve, saltó a la fama un día que sentado frente a su chimenea quiso buscar una primera verdad universal que nadie pudiera negarle y empezó a dudar de todo,
En un mundo donde la mayoría de las explicaciones radicaban en figuras divinas que sólo habían sido vistas en yeso y estampitas, pero que paradójicamente eran la respuesta a todas las preguntas, Descartes era una revolución y un hereje. Yo años más tarde aplicaba sin saberlo el método cartesiano y empezaba a desconfiar de todo lo que me rodeaba, por culpa de una traición, por culpa del que había sido hasta ese momento mi mejor amigo.
-¿Vos sos mi mamá?- le increpé a mi vieja esa misma tarde.
-¿Eh?
-Si sos mi mamá.
-¿Y quién voy a ser?
-¡Hija de puta!- le grité y me fui.
Mi vieja, que es de esas personas tranquilas, enseguida dejó lo que estaba haciendo y me siguió, siempre tenía ganas de charlar, se interesaba por las cosas que me pasaban, me aconsejaba, pero justo esa tarde no, esa tarde me dio la paliza más grande de toda mi vida.
De acá en adelante tuve más cuidado con las cosas que ponía en duda. Se ve que mientras reflexionaba Descartes no tenía a la madre cerca, sino la historia de la filosofía sería otra. Pero aunque sea a fuerza de golpes pude dar con mi primera verdad universal: Mi mamá era mi mamá…seguro.
Siempre creí que a la de Juan le habían siguido una innumerable cantidad de traiciones, de hombres, de mujeres, de conocidos, de desconocidos, de más mujeres, de políticos, de publicistas, de publicidades, de la radio, la tele, más mujeres, la escuela, la universidad, los periodistas…en fín, de todos. Pero es imposible. No pueden ser todos traidores. O algo está mal, o ser traidor es muy fácil.
Antes los quemaban por herejes, ahora la sociedad ha avanzado, no les hablamos nunca más en la vida y derecho a nuestras hogueras mentales. Pero hoy decidí que no, que yo no puedo encontrar Pepperland con tanto traidor dando vueltas. O todo el mundo conspira contra nosotros, o nosotros tendríamos que empezar a hacernos cargo del mundo.
Así que me puse a pensar en esto de las traiciones y me acordé de la primera, de Juan, en que el lunes que siguió al partido ya no me senté con él en la escuela, que al año se cambió de barrio y de colegio, que no lo vi nunca más. Que fue el primero en traicionarme. Que fue mi mejor amigo. Y lo perdoné, hoy le perdoné que lo haya elegido al bizco Marrafini, porque seamos sinceros, soy malísimo jugando a la pelota.
9 comentarios:
Banca !
Y cómo banca también " 7 y 42 "
Vos a Fresán pensás copiarlo siempre o tenés pensando hacer algo original en algún momento?
Hola Santiago, que simpático. No sabía quien era Fresán, así que lo busqué y la mágica wikipedia me dijo que es periodista argentino. Me gustaría saber por qué "lo copio siempre" así puedo ver si hago algo original... o si lo sigo copiando. Saludos y gracias por comentar.Alejo
No sólo que tienen un estilo por demás similar, sino que él -Fresán, claro (otro de sus recursos -de ambos, of course.)- en su novela Esperanto, habla de Pepperland como una búsqueda permanente, o algo que se perdió para siempre, irrecuperable, que es casi lo mismo, en sentidos y enfoques muy parecidos -sí, ya sé que Pepperland está en Yellow submarine y toda la historia, hablo de la manera en que lo tratan, que es idéntica. Pero bueno, te creo, será un simple parecido. O serán dobles, lo cual sería mucho más interesante.
Y fue un comentario simpático, Alejo, no vamos a andar acusando a nadie de nada, si total, a fin de cuentas, la originalidad no existe. Saludos, desconocía el blog, está muy bien, y gracias a vos por responder. Santiago
Hola Santiago, lo de Pepperland es como vos decís, por Los Beatles (imagino que igual que Fresán), si hubiese sido seguidor de Elvis le hubiese puesto: Graceland, si lo hubiese sido de Weather Report: Birdland, de Michael Jackson: Neverland e imagino que si fuese "Stalker" de alguna Alicia: Wonderland. Pero fue Pepperland.
Este segundo comentario es más clarificador que el primero. Me alegra saber que las similitudes vienen por el lado de que ambos usamos la palabra "Pepperland" (y no somos los únicos) y que el estilo es parecido... pasa que cuando uno lee "¿pensás copiarlo siempre?", parece que yo hiciera "Copy & Paste" con artículos de Fresán y les pusiera mi nombre. No es una linda imagen.
Gracias a vos Santiago por leer y también por comentar. Un abrazo. Alejo
¿Por qué será que esas cosas de chicos nos marcan tanto?
Creo que si a mi viejo no le hubiera costado tanto dejar de fumar, por ahí yo hoy le entraría al vicio como un escuerzo (pobre batracio, ¿realmente le dará tanto al pucho?). O quizás las artes culinarias serían un completo misterio si mi vieja no cumpliera a rajatabla aquello de "Nadie cocina como tu mamá" (Y... no, mandarían gente presa por cocinar como ella).
Pero las traiciones de chico son las peores. Ya el Lic. Rolón acusaría 16 años más tarde a la pobre noviecita de la infancia que a los 8 lo dejó por el amigo fachero del barrio. Y ella lo ignoraría preguntando: "¿Quién corno es este flaco?". Moraleja: A nosotros nos marcan, el traidor por ahí ni se entera.
De parte de los lectores ocasionales y mayormente silentes: a ver cuando sale la catorceava crónica... ;-)
Parker! Que alegría volver a tener un comentario tuyo por acá, me hace pensar que Pepperland puede resucitar como Sherlock Holmes. Inclusive había hecho un post de cierre que fue publicado, pero para qué uno toma decisiones sino para arrepentirse de haberlas tomado.
No sé por qué, pero nos marcan, la gente nos marca, por lo menos a mí. Respecto a la 14va crónica está más cerca que hace unos meses, pero lo importante es...¿Cuándo le decís a tu vieja que se cocine algo? Un abrazo grande.
Creeme, la próxima vez que ella cocine te vas a dar cuenta... (va a estar más o menos al lado de las noticias de Botnia, solo que con muchos más patrulleros alrededor).
De hecho, ya postulé al arroz de mi vieja dentro de las "10 peores cosas que te pueden pasar en la vida". Los pobres flacos que han sido víctima de tan atroz acto la han hecho llegar al 3er puesto ("dormir en carpa sin aislante" estaría 9no y "una patada en los huevos" no pasó del 6to puesto, así que date una idea)...
... pero todo esto en realidad era solo para comentar, negro, que todavía hay gente que pasa cada tanto por acá y espera por esa 14va crónica. No está bueno cerrar en el 13 (dicen las malas lenguas, esas que nunca bajan a saludar a amigo alguno, que es de mala suerte).
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